Juan Botana presentó Flores plebeyas en Concordia, Entre Ríos

Juan Botana presentó Flores plebeyas en Concordia, Entre Ríos

La presentación fue en el marco del 3er Congreso de Escritores Latinoamericanos “Las Dos Orillas” en Centro Cívico Provincial.

El escritor Juan Botana presentó su libro “Flores plebeyas” en el 3er Congreso de Escritores Latinoamericanos “Las Dos Orillas” en Centro Cívico Provincial del Concordia, Entre Ríos.

PRESENTACIÓN

Presentar un libro siempre es placentero. Porque cada uno sabe lo que cuesta hacerlo. Uno recuerda cuando escribió este poema o el otro. Si le costó o no. Si trata sobre un familiar cercano, sobre un lugar como Concordia o sobre una posición personal que queremos sea tenida en cuenta.

Flores plebeyas es un libro de poemas personales que mezclan el amor con la cuestión social, con cierta capacidad de observación de las cosas que veo o siento. Después entra a jugar algún saber que poseo y alguna sensibilidad que deseo transmitir.

Yo trabajo con recuerdos. Otros buscarán la inspiración o tendrán otra técnica. Lo que importa no es cómo lo hagan si no el resultado. Y el resultado es éste.

Se llama Flores plebeyas, porque alguien me dijo que en mi libro anterior la palabra que más había utilizado era “flores” y lo de plebeyas tiene que ver con un montón de nosotros que fui conociendo en los festivales de poesía que organizo, donde buscamos que nos escuchen o algún reconocimiento.

Les voy a leer algunos poemas a ver que les parecen. Elegí: Por qué escribo, África, Norita, El amor no es de nadie, Poema de papel. Un poco para que lo conozcan.

POEMAS LEÍDOS

Por qué escribo

Cuando escribo poesía

no me sale.

Cuando quiero hacer ensayo

sale cuento.

Mientras tanto…

cronico los detalles

y hablo solo

encorvado en mis recuerdos.

Sale un tren

a deshora y no me animo.

Salen dos

puntualmente y no me atrevo

Es ahí cuando me pregunto:

¿Por qué escribo?

Yo no escribo

me sale, sin quererlo.

África

Me gustaría volverme pájaro

y tocar el cielo.

Atravesar montañas y ríos

y caer al agua

convertido en pez.

Me gustaría que muchas

de las cosas que escribo

fueran al revés.

Que el sur

tenga las mismas posibilidades

que el norte

y que no tengamos

que nacer endeudados.

Y que papá no nos pegue.

Porque siempre duele.

Desde un cuarto oscuro

cualquier verde es montaña

y los ríos son mares.

Y queremos ser pájaros o peces

para escapar.

Cuando todos

los perjudicados

del mundo

son el mismo.

Y eso iguala

a un chico,

a un viejo,

a un negro,

a un aborigen,

a un pobre,

o a una mujer.

Y ahora que soy grande

y viajo a algunos lados

los lugares están más cerca

y la imaginación hace estragos.

Y en lo más hondo de un río

una piedra mapuche

tiene forma de África.

Norita

Le hubiera dado mi vientre

en esos días de haber podido.

A las dos, a mí.

Para que no lloraran por las noches.

Para sentir lo que estaban sintiendo.

Para sentir lo mismo,

aunque distinto, pero así.

Le hubiera dado mi vientre

en esos días de haber podido.

Para amortiguar el golpe en la caída

de un barranco que no se deja

y nos empuja.

Me quedé con la mano extendida

cuando sonó un disparo y corrimos.

Sin dirección, desesperados, mal heridos.

Corrimos.

Hacia Pereyra Lucena, al Hospital Italiano, al vacío.

Al absurdo de una ilusión que se nubla y que se aleja.

A la casa de amigos para no sentirnos solos.

En el dolor del insomnio. Al lado mío.

Palpita.

Cierra los ojos, sufre.

Y otra vez al Evita, sin consuelo.

Al Británico. Sin remedio.

Ya tarde.

Sus labios cerrados no supieron de risas.

Me enojé con el mundo, con los que no estuvieron.

Conmigo.

El disparo se escuchó en la calle Aráoz.

Pero si estábamos ahí. ¿Por qué corrimos?

En el cuarto que dejamos para ella.

Un clavel, un racimo de violetas.

Inicio, madrugada, siesta, fresia.

Y una parte de mí se fue a buscarla.

La soñé hija, mujer, serena, bella.

Con la cara de Norita mirándome.

Pidiéndome que no la abandonara.

Pero no pude.

La soñé hija, mujer, serena, bella.

Con la cara de Norita mirándome.

Pidiéndome que no la abandonara.

Pero no pude

Hoja caída del árbol de araucaria

que tenemos en casa

que juntaría por el resto de mi vida

si fuera necesario, si eso la calmara.

El canto suave de una gorriona apichonada

despertó mis ojos y mis ganas de llorar

en esa noche.

Me levanto.

-No sé porque me está pasando esto

justo el día de mi cumpleaños-

Entre camelias y jazmines

la imagino jugando en el jardín.

Creciendo.

Como flor de pascua

asoma entre las margaritas.

Me atraganto.

Y no puedo soñar más.

El amor no es de nadie

El amor
no se hace
en minutos.
Lleva tiempo.
El amor
es
un suspiro cada tanto,
no siempre.
El amor
es
paciencia,
tolerancia
y escuchar.
El amor
es
perder.
El amor
a menudo
se queja,
reclama,
patalea,
grita,
calla,
llora,
cede.
Al amor
no se lo enamora.
Es el amor
el que te enamora
a vos.
El amor
no se busca,
ni se encuentra,
ni se merece.
El amor
se va.
El amor
nos cree al principio
o eso pareciera.
Lo difícil es
que te crea
más tarde,
el resto de los días,
después…
Cuidarlo.
Como pasto
que le cuesta crecer
cuando no llueve,
como jazmín de cielo
en noviembre
al que no siempre
las flores
le brotan
de una vez.
El amor
es que te esperen
y esperar,
sin flores en la mano,
sin llanto que te ampare,
sin sueños que se cumplan.
Los plazos del otro,
los momentos del otro.
El deseo del otro.
Aunque a veces
concuerde con el tuyo
y otras no.
Hay personas
que aman con locura
y sin embargo
nadie las quiere.
Y otras que hacemos
las cosas mal
y las repetimos
hasta el cansancio.
Y somos amadas
y mucho.
¡Por suerte!
El amor
es
tener un proyecto
común
por pequeño que sea.
El amor
no es
saber lo que hace el otro,
ni imaginarlo,
ni siquiera intentarlo,
ni suponerlo,
ni saber.
El amor
no es
control.
Ni parecerse,
ni coincidir,
ni conocerse,
ni ser el uno para el otro,
ni tu media naranja,
ni tu parte de qué.
El amor
no es tuyo,
ni mío,
ni de aquel,
ni del anterior,
ni de nadie.
El amor
no es
de nadie.
Si quisiéramos conocer
todas las acciones
de la persona amada
todo el tiempo,
la vida sería
un suplicio.
El amor
no es posible
y olvidé las comillas
deliberadamente
si no existe
un secreto,
decía Kundera.
Y tantos otros
lo repetimos
sin entender.
El amor
no es posible
si no vislumbra
una hazaña,
más no sea
a lo lejos.
El amor
es
una mentira.
A la que nos aferramos,
le creemos.
Simplemente
porque queremos
creer.
El amor
te confunde.
Te ciega.
Te abraza.
Te gusta.
Te disfraza.
Te ensordece.
Te deja,
con las ganas
y te suelta.
Como pájaro sin pan
en el deseo.

Poema de papel

Quiero leer un poema

que no se deja leer.

Un poema que fue escrito,

que no entra en ningún un papel.

Ese que empieza diciendo:

“Amar es humanidad”.

¿Y si la humanidad no quiere

ser un poema, quizás?

Lo pongo cómo pregunta.

La respuesta está al llegar.

Hagan lugar los de arriba.

Abajo no entramos más.

Quiero leer un poema,

que no entra en ningún papel.

Porque un papel no es poema.

Poema es pertenecer.

Quiero leer un poema,

que sigo escribiendo, ayer.

A ver si escribimos todos,

así lo puedo leer.

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