No por ser muy remanida la frase de Marx, deja de tener, precisamente, gran actualidad. Nadie puede dejar de ver, de sentir, de sufrir sobre todo, la cruda realidad que viven todos los argentinos y argentinas en estos tiempos “Milenianos”.
Se puede comprender claramente cómo Milei es una caricatura de aquel Carlos Menem, que mostrándose como un “Caudillo”, intentando parecerse a Facundo Quiroga, terminó emulando a Sarmiento, en su deseo de que los argentinos seamos como los europeos: Civilizados y no barbaros. Aquella cosmovisión “Europeizante” que tenía el Sanjuanino en el “Facundo”; la “Europa civilizada”, era la que teníamos que mirarnos; por eso proponía una migración “centroeuropea”, de ingleses o franceses a los que admiraba, por su refinamiento intelectual y los resultados de la revolución industrial; pero que sin embargo, terminó ocurriendo la migración de españoles, italianos, turcos, polacos, judíos, todos migrantes no precisamente centroeuropeos.
Ya aquel personaje era en sí mismo, farsesco. Menem era muy petizo, con su largo pelo y sus frondosas patillas, exhibiéndose como un “caudillo” del Interior, terminó representando los intereses de la “metrópolis”, de las clases más pudientes, de los empresarios más acaudalados de la argentina. Liquidando lo que todavía se mantenía en pie del “Estado de bienestar Peronista”.
Aquel estado benefactor que supo edificar Perón, – el político más importante de la modernidad argentina -; constructor del ascenso social más trascendente de las clases populares; industrializador, catalizador de los argentino, de nuestra cultura, nuestra ciencia: El que estableció la gratuidad de la educación universitaria, quizás el mayor triunfo de la argentina peronista: “Que la universidad se llenara de hijos de obreros”.
Milei, también petizo, con un peinado arremolinado de peluquería, con las patillas bastante más ralas que las del riojano; incluso se maquilla para salir por televisión, que por otro lado, es el único lugar en donde puede manifestar sus extravagancias, sus insultos y sus decisiones insensibles, que destruyen día a día la vida de los argentinos.
Del mismo modo que Menem está hambreando a los jubilados; recordemos que en los 90’ nuestros viejos estuvieron casi una década sin tener un aumento en sus magros haberes. Hoy los jubilados son los que hicieron punta de lanza en la protesta social, teniendo que sufrir el escarnio de la represión más infame, llevada adelante por la hija dilecta de la oligarquía vernácula, Patricia Bullrich Luro Pueyrredón.
Nuevamente el ajuste brutal cae sobre nuestros ancianos; nuestros jóvenes universitarios; los empleados del estado, las pequeñas y medianas empresas; los trabajadores más calificados. La lista es muy larga, comprende casi al 80 % de la población.
Pero esto sucede en una argentina mucho más empobrecida y pauperizada. En la que llega al gobierno un farsante caricaturesco a implantar el mismo modelo de: Endeudamiento, exclusión, empobrecimiento, desindustrialización, de liquidación del patrimonio público, que es el patrimonio de todos los argentinos, además. Todo constituirá el botín para los fondos especuladores o buitres; para los grandes empresarios multinacionales, los milmillonarios como Elon Musk o Zuckerberg; nuestro Petróleo, cómo en los 90´, nuestras industrias estratégicas, las pocas que quedan, como el litio o nuestras reservas de agua dulce como el Acuífero Guaraní.
Todo va a ser entregado al mejor postor a precio vil.
Porque además te lo dice con su cara de “joker”, Milei se sienta en la punta del asiento en un estudio de televisión bien maquillado para parecer más rubio y de ojos celestes, más ario, y lo expresa frente a Majul o Jhony Viale, sus operadores mediáticos.
La propia historia no nos deja mentir. Recordemos cuando Menem envió el destructor ARA Almirante Brown y la corbeta ARA Spiro, a la Guerra del Golfo Pérsico; incursión que tuvo como colofón la voladura de la Embajada de Israel y de la Amia.
Hoy su émulo desdibujado, Milei, su copia en versión “emoticón”; va a llorar al muro de los lamentos por un premio de un millón de dólares. Horas antes de que el Gobierno Israelí al mando de Netanyahu, bombardeara con misiles a la República Islámica de Irán.
Es un deja vu, una repetición payasesca, que no sabemos, al momento, las consecuencias que pueda traer aparejada semejante incursión. La historia se repite como lo predijera Karl Marx, en esta versión tan miserable y descarnada en la que estamos inmersos.-