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]]>Gabriel, ¿Por qué el blues para contar historias?
El título del libro está inspirado en una canción de la banda de rock La religión de los ateos; pero también, engloba la atmósfera melancólica, nocturna y urbana del blues. En los once relatos del libro se reflexiona sobre la condición humana. Son cuentos atravesados por pasiones, por la memoria, por la soledad, por el encanto y la locura. Es un dramático canto de vida, es el blues para las almas que están solas.
¿Por qué los escritores tienen la necesidad de escapar o lo hacen a través de sus personajes?
Creo que cuando escribimos buscamos explicar el mundo real que no podemos entender. Escribimos para entender esta realidad y también a nosotros mismos. Un escritor es, ante que nada, singularidad, es una mirada en un mundo de ciegos. Todos los que compartimos este oficio buscamos posicionar nuestra “cámara” de una forma única e irrepetible, buscamos que los lectores vean el mundo a través de esa óptica personal y nos ayuden a entender.
¿Cuánto de Carver o de otro autor tiene tu forma de narrar?
Lo más importante de un escritor es leer y lograr la fluidez al escribir. La lectura es una escuela fundamental; somos lo que leímos y como interpretamos esas páginas. En mi caso, fui cambiando e incorporando nuevos referentes. En mi adolescencia quedé impactado por los cuentos de Horacio Quiroga, Poe, Rudyard Kipling; luego, quise ahondar en la condición humana y me perdí en la obra de Sábato. Ese existencialismo adaptado al drama nacional me apasionó. Quise seguir comprendiendo el dramático destino de este país: Roberto Arlt, Osvaldo Soriano y Jorge Asís me llenaron de palabras, mi mundo se enriqueció. Quería entender el país en su contexto y pasó lo que tenía que pasar: acudí a los clásicos latinoamericanos y, especialmente a Mario Vargas Llosa, ojear libros como La ciudad y los perros o Conversación en la Catedral me impulsan a escribir, son un huracán de ideas y vitalidad literaria. Siguiendo esta línea de lecturas, ningún cuentista contemporáneo me impacto tanto como Raymond Carver, sus cuentos van a la oscuridad de la condición humana; peor aún, es una oscuridad doméstica, cotidiana, que todos transitamos a lo largo de nuestra vida. Sus cuentos son cercanos, laten cerca de nuestro corazón.
¿Cuándo presentás “El blues para las almas que están solas” y dónde?
El libro ya está disponible en e-book a través de Amazon, la primera presentación va a ser a fines de mayo en la recientemente inaugurada Biblioteca Mariano Moreno de Lanús.
A través de mis redes sociales estaré indicando día y horario de dicha presentación IG: Gabriel85palleres y Facebook: Gabriel Palleres
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]]>Y es así, José, vos remà, hacelos cruzar el riachuelo por unas chirolas. Y ahora que estás en la orilla, levantà la vista. ¿Lo ves? El puente Nicolás Avellaneda está ahí, te va a cagar el negocio, pero vos seguí, José. Ya tenés lleno el bote, entonces, cuando estés a mitad de camino y la niebla repentina se entremezcle con el silencio, vos recordarás el día glorioso del ascenso de San Telmo, cuando la gente cantaba tu nombre y las minas se abrían de piernas… “Y es acá, José, sí, José, acabame acá”, te decían y pensaban que tu semilla era el origen de la fortuna. Y pensar que todo ese mambo terminó en dos años, cuando descendió San Telmo y te lesionaste, José. Y tus potenciales semillas nacieron José, y a veces los llevás en el bote, y el silencio de la mutua indiferencia es relajador. Y en el fondo, saber que vos no sos el padre de esos críos, que el padre de esos críos fue una supuesta promesa del balompié es liberador. Todo eso es relajador, y respirás hondo ese puro olor a mierda, y la neblina que te envuelve y te lleva al pasado.
Y luego chocàs con el muelle, y la gente baja y entonces el bote se vuelve a llenar y tus brazos inútiles vuelven a remar, y la niebla en la jeta, un pretérito campo de fútbol y la gambeta presente, que dejaba de garpe a los rivales; y de repente se erigió el arco, y tus piernas como indefinidas oscilaciones; y al instante, ¡paf!, madera contra madera, y el muelle de nuevo; y la gente baja y te putea, entonces los mandas a la mismísima mierda.
Un viento agresivo te silva en el oído…, pero vos, seguís gambeteando… y el arquero abre los brazos …, y la tribuna canta tu nombre …, y las mujeres acarician su vientre…, y el agua con olor a mierda te salpica; y el muelle, ahí, y la gente baja, y de repente la isla para ellos. Entonces sube una pareja; y los remos empiezan a zigzaguear, pero tu pensamiento no está, porque como cantaba el polaco: “Tu vida es el ayer que te detiene en el pasado”. Y de pasado hablamos en aquel partido contra Huracán cuando tenías que definir. El arquero era un manojo de miedos. Y, vos, reconócelo, canchereaste, tiraste una rabona, que fue a parar a la tribuna. Y la hinchada se acordó de tu mamá, y te acordaste de los ravioles de los domingos; y la hinchada a grito pelado: “La puta que te parió”, entonces, vos, te cebaste y buscaste la redención.
Y detrás de la niebla solo está el muelle y ese camino angosto de maderas putrefactas, que guían a la pareja; y entonces tiràs los remos y empujàs el bote, y la gente del muelle te putea, consecuentemente aflora en vos “que te recontra”. Y la niebla te humedece el pelo. El bote sin rumbo amaga para el puente, pero también para la ribera. Y tus ojos enormes se clavan en el cielo; y los astros cantan tu nombre, pero luego de la rabona te putearon; y quisiste ser más ,y fue al soberano pedo, y eso te calentó y fuiste contra el delantero de Huracán; y este se chivó, y cuando tus piernas volvieron a ser aclamadas, y tu nombre nuevamente vitoreado; el delantero del globo te pegó una zurda en los meniscos que te dejó, como ahora, en medio de un camino a la deriva, mirando el cielo plomizo y rodeado de voces y de supuestos hijos y supuestos admiradores. Sí, fue esa zurda en los meniscos que te resumió a lo que sos hoy: un etcétera navegante. Un etcétera que mira el cielo y busca un susurro que todavía lo recuerde.
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]]>La película transcurre en 1817 en la provincia de Salta en el contexto de las acciones de guerrilla de los gauchos partidarios de la independencia, bajo el mando del general Martín de Güemes, contra el ejército regular realista que respondía a la monarquía española. Para la filmación de exteriores se construyó una aldea en la misma zona donde se desarrollaron los acontecimientos que inspiraron la película. Las escenas de conjunto, para las cuales se contó con mil participantes, no habían tenido precedente en el cine argentino.
Esta película está basada en la novela de Leopoldo Lugones( 1874-1938) que tiene el mismo título y se enmarca en una reivindicación primero de la figura de Güemes y segundo del tardío nacionalismo de Lugones: pasó de socialista a nacionalista fascista; de liberal a católico convencido; de hombre de ideas a reivindicar la violencia en el discurso “La hora de la espada” ,donde explicita la importancia de tomar las armas y aniquilar la democracia, apelando a la fuerza del acero utilizada para independizarnos como único camino para terminar con el caos generado por la democracia de masas de Yrigoyen. En realidad, tanto La guerra gaucha como el libro El payador (1916-compilacion de conferencias) es una reivindicación a la figura de los gauchos y, especialmente al Martín Fierro; antes, libro maldito de la literatura nacional y ahora reivindicado y exaltado a través de la figura de Leopoldo Lugones y su libro. Pero, ¿a qué obedece este enroque? A que la oligarquía cambió de enemigos: en el contexto que se publicó el Martín Fierro (1872-1879) el gaucho era la amenaza y el peligro de la oligarquía; por ello fue denostado, por su forma y, especialmente, por lo que denunciaba: la explotación y persecución de los gauchos por el ejército mitrista. Güemes era un vago y mal entretenido más del montón, por ello fue borrado de la Historia oficial. Los años transcurrieron y la llegada de inmigrantes trajo ideologías: socialistas, anarquistas, que se organizaron y empezaron a luchar por sus derechos. En este contexto la oligarquía comenzó a señalar a los nuevos gauchos: los inmigrantes que buscaban terminar con la paz social y nuestra nacionalidad, entonces se buscó armar una tradición e identidad nacional, donde los gauchos, ahora, ocupaban un lugar privilegiado. Era obvio que ya no representaban un peligro, como lo eran los inmigrantes organizados. El encargado de hacer esta reivindicación desde lo cultural y al servicio de la oligarquía, fue el eclíptico Leopoldo Lugones.
La película se estrena en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, cuando en la Argentina había un intenso debate sobre si el país debía pronunciarse en favor de uno de los bandos o mantener su neutralidad en relación al conflicto bélico, que se encontraba en pleno desarrollo.
El film fue producido por Artistas Argentinos Asociados, una cooperativa de artistas creada poco antes y requirió una inversión muy superior a la de otras producciones de la época, pero su éxito de público permitió recuperar el costo en las salas de estreno, donde permaneció diecinueve semanas. Fue, quizás, la primera superproducción nacional y marcó un hito en la taquilla.
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]]>Realizando una brevísima síntesis de la violencia política en la Argentina del siglo XX, podemos decir que el derrocamiento del peronismo en 1955 y su posterior proscripción engendró una violencia que se empezó a manifestar en los sabotajes en las fábricas, los intentos de sublevaciones y las constantes conspiraciones. Estamos hablando de un régimen que negaba la voluntad política del partido mayoritario. A lo anteriormente explicado se le agregó el protagonismo de la juventud de los años sesenta y la influencia fulminante de la Revolución Cubana.
En la película de Héctor Oliveira no se explica este proceso, solo se expresa con humor las contradicciones irreversibles de la juventud peronista en los años setenta: haber creado la imagen de un Perón socialista y luego, con el regreso del General, pretender que ese sueño de juventud se plasme en un proyecto nacional.
Podemos decir que Soriano se adelanta a Diego Capusotto y nos invita a reír y reflexionar del sinsentido de nuestra historia reciente: matar y morir gritando ¡Viva Perón! O realizar jerarquía de quien es más peronista y acusarse mutuamente de gorila, de malinterpretar a Perón y debatirlo como si se tratase de un libro de filosofía. En este sentido solo podemos hacer lo que plantea la película: reír y reír, hasta que muere el primer argentino y una amarga sensación comienza a contaminar nuestro júbilo, hasta degradarlo en tristeza nacional.
La Película fue estrenada en 1983, en plena primavera alfonsinista. En sintonía con un clima de época, la historia argentina es puesta en el banquillo de los acusados: desde Camila hasta la Noche de los Lápices, pasando por ciclos televisivos o documentales como La república perdida. Lo interesante, más allá del oportunismo político, fue la libertad para abrir el debate sobre los aspectos más oscuros de nuestra historia.
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]]>Apretaba tus manos mientras me llevaban al quirófano, me concentraba en capturar el momento. Te acercaste y me susurraste al oído: “Cuando despiertes voy a estar acá, apretando tus manos, planeando nuestro futuro; quiero ser la primera persona que veas cuando despiertes”
Me empezaron a aplicar la anestesia y, poco a poco, mi visión se fue pareciendo a la de un vidrio mojado por la lluvia; luego más y más, hasta que las figuras se desintegraron completamente.
Recordaba pequeñas escenas, era como si un reflector se posara en momentos de mi vida. Así, la luz empezó a encandilar un muelle y vos Ámbar me esperabas, como siempre. Corrí hacia vos y pensé: “Yo también te esperaría océanos de tiempo, también te recordaría hundirte entre la luz, también me obsesionaría con tu figura onírica que huele a madera y sal” Llegué y me volqué hacia tu figura; esta, se desintegró en mis manos y, al instante, un apagón fue borrando el muelle. Entonces, solo, fui asumiendo la oscuridad, mientras te recordaba como una indefinida oscilación con olor a madera y sal.
La luz se volvió a encender, estábamos en la cama desnudos. Me miraste con melancolía y dijiste: “¿Algún día esto se va a terminar? ¿Nos vamos a cruzar en la calle y ser dos completos extraños? Luego miraste con sutileza un imperceptible hilo rojo que nos unía, que unía a todas las parejas en ese grado de intimidad. Me acerqué hasta que tus ojos se convirtieron en dos esferas totalitarias. Intenté una y otra vez decírtelo, pero desapareciste en medio de un apagón y volví a quedar solo, mientras flotaba lleno silencios y palabras jamás dichas.
La luz incandescente nos encontró en medio de una despedida, quizás definitiva. Te subiste al tren y observé como te alejabas de mi vida. Me quedé en la estación un tiempo más y presencié la constante rotación de los trenes: bajaban parejas y se despedían; amigos corrían hacia la aventura y otros terminaban la aventura; algunos iban a trabajar y otros volvían. Seguí parado mientras la vitalidad de la vida pasaba por mis ojos. Recordé lo que te dije una vez: “Si algún día nos alejamos y pienso en vos, te lo voy a hacer saber… voy a estar presente en algo que nos haya unido…” Entonces agarré el celular y te escribí la frase de nuestra película favorita: “Te extrañaría, aunque nunca te hubiera conocido”
Esperé y los puntos del celular comenzaron a vibrar, en señal que estabas escribiendo una respuesta. Luego se apagó el teléfono y los trenes, la gente, se resumió a un horizonte sombrío.
La luz nos volvió a enfocar y era ahí, donde te conocí. Te miraba en silencio y pensaba: “Si no me acerco, si no te hablo, me voy a arrepentir toda la vida…” Entonces avancé y hablamos generalidades. Luego la risa, la fluidez, tus ojos de encanto.
Nos fuimos de la fiesta y el amanecer se empezó a poner mientras caminábamos por el muelle, ese muelle donde siempre me esperabas. Escuchaba la musicalidad de tus palabras y te imaginaba abrazada a mi pecho, imaginaba las agujas del reloj clavadas, un puente indestructible entre tu mano y la mía. Luego el apagón y nuestra historia devastada.
Entonces, en silencio y oscuridad, pasaron días, semanas o quizás años; hasta que, volvió a aparecer el vidrio mojado y sus imágenes difusas. El metafórico cristal se empezó a acercar, se pobló de realidad inmediata. Volví a habitar mi cuerpo y el horizonte se hizo claro: estabas tomando mi mano, balbuceabas amor eterno, me aferrabas a la vida.
Al poco tiempo me fui del hospital y mi vida, paulatinamente, recuperó su normalidad. Nuestra historia de amor transitó el feroz camino de lo cotidiano: un día se fue la risa, la complicidad mutó en indiferencia, luego dejamos de hablar y concluimos siendo dos completos desconocidos que habitaban una casa.
Escribí estas palabras cuando las imágenes y recuerdos ya comenzaron a borrarse, por el devenir de los años. Entonces me esforcé en recordarte y, al instante, una cadena de palabras brotó de mis entrañas: fuiste mi punto en el universo Ámbar, el calor de tu mano me aferró a este mundo.
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]]>Lo interesante de la película, basada en la genial novela de Claudia Piñeiro, es que el mundo perfecto del country empieza ser alcanzado por las fisuras que sufre el país: muchos se quedan sin trabajo y tienen que irse del paraíso; la pobreza, empieza a asecharlos, a salpicarlos de realidad. Frente a este panorama nefasto, los protagonistas deciden: morir con dignidad y asegurar el futuro de su familia o vivir en ese infierno llamado pobreza.
El Tano, protagonista y aglutinador de las historias del resto de los matrimonios, es el arquetípico héroe del mercado: egoísta, frio, calculador. Lo deja bien claro en una frase esclarecedora: “La plata es el verdadero idioma universal, todos entienden de que hablas” Pero esta especie de Gordon Gekko (Wall Street), sufre silenciosamente su materialismo y superficialidad extrema: su mujer no lo ama, sus hijos no saben quién es realmente ese Dios del mercado y este drama íntimo lo lleva a platear propia muerte.
La Filosofía menemista de “sálvese quien pueda” se respira a lo largo de todo el relato; también ese egoísmo acentuado que marcó los años 90 y, fundamentalmente, la parábola más didáctica de esta época: la especulación que te encumbró en su montaña rusa, te puede largar y dejarte caer hasta chocarte con el pobrerío, con las ferias, con las colas de desempleados, con un país anémico.
Las viudas de los jueves se estrenó en 2009, después de años de esperar la adaptación de la clásica novela. El ojo del consagrado director Marcelo Piñeyro (Tango Feroz, Plata Quemada) está presente en todo el relato y la convierte en una digna adaptación de la obra literaria.
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]]>En este film Favio hace un paralelismo entre la vida del pugilista y el peronismo: ambos surgen de la pobreza extrema y luego ascienden hasta límites impensados. Favio lo deja bien claro: mientras el peronismo gana, Gatica gana. El pueblo festeja y el pugilista es el payaso del circo: muestran sus excesos, su estrafalaria personalidad, sus debilidades e irresponsabilidades; luego, la montaña rusa comienza a descender: Gatica se desploma sobre la lona, el peronismo tambalea, su rostro vuelve a ser sacudido y, finalmente, ambos sufren una caída libre. De ahí en adelante el exilio para el peronismo y la prohibición de pelear para Gatica. Sale de sus tripas en su última pelea: “Viva Perón carajo”
Concluido el eco del rugido de boxeador, vuelve a sus orígenes: la pobreza, la marginalidad, el olvido. Quieren ayudarlo: hace presencias con su rival Prado en un restorán, pero no funciona: se pelea con un fan insoportable. La caída sigue: después de deambular sin rumbo, solo se aferra a un perro y sus historias pasadas. Solo, acabado, muere atropellado por un colectivo.
Esta genial película establece una licencia entre ficción y realidad que ayuda a entender mejor el peronismo. En boca de Gatica: “yo nunca me metí en política, siempre fui peronista” Esta frase, sacada de la novela de Osvaldo Soriano (la película esta dedica a él) No habrá más penas ni olvidos” echa luz en como entendía la política el boxeador: era peronista porque era pobre y Perón ayudo a los humildes, no tiene nada que ver con la ideología ni teoría; es un sentimiento innato, no una teoría racional. En esta línea podemos entender el encuentro ficticio entre Eva Perón y el pugilista: ella agonizaba y la carrera del pugilista se apagaba, se quedaba sin protector.
Gatica “El mono” se estrenó en 1993, en plena fiesta menemista y significó la vuelta al cine de Leonardo Favio. Fue también un alegato contra los valores del peronismo que Menen había redefinido bastante. Una película llena de poesía y pulso narrativo, digno de un monumental director como fue Favio.
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]]>Natalio Botana y David Alfredo Siqueiros compartían la pasión por el arte, ambos con visiones de la vida e ideologías que a primera vista demostraban ser completamente diferentes. El primero, un hombre que manejaba la opinión pública del país con su diario Crítica, y el segundo que con su arte generaba amor y odio, revolucionando las calles a través de murales socialistas con connotaciones absolutamente políticas.
Este mural es el argumento inicial para contar una historia que tiene intriga, sexo, traiciones, mentiras y hasta cierto sentido del humor entre los principales personajes: Siqueiros, su esposa, la poeta uruguaya Blanca Luz Brum, Botana, su mujer Salvadora Medina Onrubia y el poeta chileno Pablo Neruda, y, como una suerte de personaje más, la quinta Los Granados, en la que transcurre la historia. La película trata de reflejar el clima político de la época y el conflicto de un pintor, defensor del concepto del arte como experiencia para las masas y comunista activo realizando en una casa privada un mural que sólo verían los amigos de su millonario dueño.
Este sería el argumento narrativo de la película, pero ni bien se desvanecen los créditos, afloran los símbolos de la Década Infame: el primero es el poder e influencia que empiezan a ocupar los medios masivos de comunicación, en este caso el diario Crítica. Este periódico, rupturista y novedoso, posicionó a su creador como un operador político clave en esta década; esto se ve claramente, cuando, en diálogo con el presidente Agustín P. Justo, le propone desviar la atención por el asesinato del Senador Enzo Bordabehere, cambiando de muerto: suplantar la conmoción de este asesinato político por la conmoción de la muerte de Carlos Gardel, en Colombia. Un truco novedoso que se sigue utilizando: tapar una noticia por otra; instalar la agenda de lo que es importante y reproducirla hasta que todo el país la tararee, una especie de mentira que sepamos todo.
Botana fue el primer gran operador de prensa de nuestra de nuestro país: las tapas destituyentes de Crítica ayudaron a desplomar a Yrigoyen; luego a poner y sacar presidentes, tapar asesinatos, manejar el humor de la gente con fines políticos. La corrupción de la Década Infame tuvo un paraguas donde cubrirse. Lo explica el mismo Botana en una escena de la película: está preparando a su hijo mayor para heredar el imperio, toman una copa y fuman un habano. Natalio le pregunta al hijo: “¿Qué hacemos nosotros, Crítica, ¿por la gente?” El hijo esboza un par de respuestas apelando al sentido común y la corrección política. Natalio ríe, lo lleva de la mano al balcón y comparte con su hijo un horizonte poblado de comerciantes, peones, mujeres, niños; en síntesis, mortales ajenos a las cocinas del poder y la información. Solo dice: “Crítica les ahorra pensar; piensa por ellos, les dice que hacer y cómo actuar. Les evitamos pensar, critica piensa por ellos.” Esta frase genial es el combustible de los grandes medios y redes sociales actuales: marcar la agenda, construir un mundo virtual, reglamentar el pensamiento y evitarle a la gente la terrible angustia de hacerse cargo de su libertad, de la responsabilidad que tiene. Esta escena muestra la precuela de La Prensa, Clarín, La Nación.
La película se estrenó en el 2010, en el contexto revisionista que significó el kirchnerismo y cuando se estaba poniendo en juego el destino del famoso mural: luego de un proceso que duró varios años, se lo trasladó al naciente museo del Bicentenario, donde permanece en la actualidad y es apreciado por centenares de personas a diario.
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]]>Durante la fallida explosión Di Toro se asusta y sale corriendo por lo cual pierde la vida, mientras que Bengoa queda aparentemente sin habla y se conecta con Larsen para seguir adelante con la simulación planeada. La empresa sospecha que se trató de una maniobra intencional, negándose a pagar la indemnización en primera instancia. Pero en el juicio se descubre un manejo turbio de fondos por parte de la empresa, y debido a esto, llega a ofrecer 500.000 dólares a Bengoa, lo cual Larsen le aconseja aceptar. Sin embargo, el ex sindicalista cambia de opinión, y decide entonces llevar el conflicto hasta sus últimas consecuencias y exponer ante la justicia la corrupción de la empresa.
Esta película excepcional escrita en trama metafórica y estrenada en pleno proceso militar (1981), hace reminiscencias constantes a la dictadura; Bengoa no puede hablar, porque una sola palabra lo condena a muerte. ¿Qué hace entonces? Se tapa la boca con cinta, porque le pusieron micrófonos en la casa, hace el amor con música a todo volumen, habla con lenguaje de señas…en conclusión, como en el proceso, el silencio es salud
Bengoa se niega aceptar un acuerdo extrajudicial y quiere exponer ante la justica lo que verdaderamente hacia la empresa: adquiría concesiones de minas sin riqueza alguna y contraía sendos préstamos y volcaba ese dinero en la bicicleta financiera; como rehén de este negocio, los pueblos contaminados por las explosiones y centenares de obreros muertos. En síntesis: un negocio especulativo que descansa sobre un inmenso cementerio, sobre una tierra de veneno y amargura.
El vasco cabeza dura de Bengoa logra ganar: la justicia ordena allanamientos y la intervención de las empresas; pero también, la persecución se acelera: le tiran desde un falcón verde un testigo del juicio, lo persiguen hasta que, como buen ciudadano, decide cortarse la lengua y de esta forma ser parte del l ejército de mudos que sobrevivió a la dictadura.
Como habrán notado hasta acá, los guiños con la dictadura son obvios: las multinacionales que usan al Estado para enriquecerse, una sociedad despolitizada, el silencio como sinónimo de salud. Hablar de silencio es también decir que las películas, música y libros que se publicaban en esos años, tenían que cumplir con un solo requisito: no decir nada, ser un simple pasatiempo bobo mientras se mataba y torturaba en el país.
Tiempo de revancha, escrita y dirigida por Adolfo Aristarain, fue estrenada en 1981 y significó un canto de libertad en medio de tanta represión. Al igual que las metáforas de los temas de Charly García, logró saltar la censura e instalarse como un faro de resistencia cultural.
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]]>De este punto de partida, el relato se va bifurcando: la difícil niñez de Eva como hija bastarda, su derrotero de amantes, su ascenso al poder, su entrega absoluta a la causa de los humildes y su fulminante cáncer que la lleva, sin escalas, a una muerte precoz.
Esta versión de Eva Perón fue escrita por el filósofo y escritor José Pablo Feinnmann (1943-2021), dando una versión amplia de la fuerza y altura del personaje político.
Para que entendamos: en la película Eva Perón es más importante que Perón, posee un análisis de la coyuntura y del poder que supera al mismo General: se ve bien claro en el intento de golpe de Estado que efectúa el General Menéndez, cuando Evita le sugiere que los fusile sin contemplación alguna; o también, cuando gana las elecciones en 1951 y ella, enferma pero lúcida, le dice que los votos no le iban a servir, porque a los milicos no les importaba. Ejemplos como estos sobran en la película, pero más allá de una visión con ciertas licencias, a la película le sobran atributos: muestra la dimensión de la figura de Eva Perón, desnuda el odio y prejuicios de la época; queda explícito en los grafitis “viva el cáncer”, mientras Eva se retorcía de dolores. También podemos citar la escena ficticia entre John Williams Cooke y la dirigente. Este platónico encuentro nos regala una definición de filosofía política cuando dice Cooke: “Una dictadura que hace una transformación, es una revolución a manos del pueblo; en cambio una dictadura que nada cambia, es solo una dictadura” Esa escena no tiene desperdicio y es un manual de filosofía política
Esta versión de Eva Perón de Juan Carlos Desanso fue estrenada en 1996, cuando el Menemismo había mostrado casi todas sus cartas manchadas: dos atentados terroristas, sorteo del patrimonio público, desempleo escandaloso, corrupción y una filosofía basada en la total indiferencia del sufrimiento ajeno. En esta apatía moral se estrenó la película; a este contrastado contexto, se le sumo otro: ese mismo año se estrenó la versión de Evita de Alan Parker. En pocas palabras: Madona decide montarse a cuanto palenque encuentra en el medio, ascender en la actuación y, a base de pijazos, desembocar en la política, como una resentida con sed de venganza. Hay algo peor: esta sucesión de vergazos lo narra Antonio Banderas como el Che Guevara, en una actuación digna de una lobotomía. En este particular contexto, la película de Desanso se convierte en una de las mejores versiones de la abanderada de los humildes y nos regala un guion donde la filosofía resplandece.
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