Patricia Gorocito Archives - Juan Botana https://juanbotana.com/secciones/escritores/patricia-gorocito/ Comunicación y cultura Fri, 06 Jun 2025 12:13:06 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 https://i0.wp.com/juanbotana.com/wp-content/uploads/2022/08/cropped-ico.png?fit=32%2C32&ssl=1 Patricia Gorocito Archives - Juan Botana https://juanbotana.com/secciones/escritores/patricia-gorocito/ 32 32 El vía crucis, la esperanza y la belleza de la Argentina. Por Patricia Gorocito https://juanbotana.com/el-via-crucis-la-esperanza-y-la-belleza-de-la-argentina-por-patricia-gorocito/ https://juanbotana.com/el-via-crucis-la-esperanza-y-la-belleza-de-la-argentina-por-patricia-gorocito/#respond Wed, 07 May 2025 21:02:38 +0000 https://cartaabierta.com.ar/?p=18376 A una semana del funeral del Papa Francisco, se estrena en todo el mundo El Eternauta, la serie de seis episodios dirigida por Bruno Stagnaro, adaptación de la emblemática historieta de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López. Vi los seis episodios de un tirón. La serie me pareció formidable.

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A una semana del funeral del Papa Francisco, se estrena en todo el mundo El Eternauta, la serie de seis episodios dirigida por Bruno Stagnaro, adaptación de la emblemática historieta de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López.

Vi los seis episodios de un tirón. La serie me pareció formidable. Hoy todos escriben sobre El Eternauta, pero yo quiero hablar desde un lugar más íntimo: cómo me interpeló a nivel personal. No voy a comparar la historieta original con su adaptación. Ambas son obras maestras de distintos tiempos y lenguajes. Ambas son universales, y nos atraviesan histórica y emocionalmente.

Me centro en la versión de Stagnaro, que llega en un momento especialmente significativo para los argentinos y argentinas. Una semana atravesada por discursos de odio y una mediocridad alarmante en lo público. En ese contexto, esta serie irrumpe con una potencia inusitada: por su belleza, por su inteligencia, por la memoria que convoca. Nos recuerda que todavía hay heridas abiertas, que no hubo justicia, pero también que existe una sensibilidad viva, capaz de resistir.

El Eternauta me emocionó profundamente. Gracias a sus imágenes recorrí lugares y momentos entrañables de mi infancia y adolescencia. Lo colectivo y lo singular, siempre atravesados por lo social. Recordé a mi padre contándome el bombardeo del 16 de septiembre de 1955. Estuvo allí, en Plaza de Mayo, cuando la Fuerza Aérea atacó al pueblo. Murieron más de 300 personas, la mayoría civiles. Él sobrevivió, por eso hoy puedo contar esta historia. Años después, al pasear por el centro, me mostraba los agujeros que aún se veían en los mármoles del Palacio de Hacienda: marcas de aquellas bombas. Ese bombardeo fue el comienzo de una violencia cíclica que se repite en nuestra historia: la dictadura cívico-militar de 1976, los gobiernos de derecha que vinieron después. La violencia que no cesa. Zafamos físicamente, pero no emocionalmente. Las marcas no quedaron sólo en los edificios.

Era adolescente cuando llegó Malvinas. La guerra del 82 también dejó heridas profundas. La serie lo recupera en los flashbacks del protagonista, un excombatiente. En su mirada se adivina el horror. Y no eran escarabajos, como en la ficción. Eran los servicios. No fue una tormenta radioactiva, fue el Estado. En los 70, el silencio en los barrios era espeso. La gente desaparecía. No sabíamos qué pasaba, pero sabíamos que pasaba algo. El miedo a salir, a hablar, a vivir. Todo eso está en El Eternauta.

La serie es una gran metáfora de nuestras vidas. Cada personaje me recordó a alguien. Me impactaron especialmente las miradas, los diálogos, el guion. Frases que van a quedar: “El verdadero héroe es el héroe colectivo.” “Lo viejo sirve.” En el último episodio, Juan Salvo señala una luz a lo lejos:
“Ese es el verdadero enemigo.”


Entre humanos hay aliados y traidores, pero existe algo peor: un plan diseñado para destruir la inteligencia y la solidaridad. Pensé en el presente. En Los ingenieros del caos, de Giuliano da Empoli. El caos no es espontáneo. Se planifica. Como el Plan Cóndor. Como los gobiernos que parecen ridículos pero cumplen un rol preciso: erosionar todo lo que nos une. Lo que hoy vivimos también fue planificado. Y los que ejecutan ese plan cumplen un papel que les fue asignado por los verdaderos enemigos. Ya sabemos de dónde vienen.

Esta serie es una obra de arte. Bella y brutal. Nos muestra nuestra historia y, al mismo tiempo, nos devuelve la esperanza. Porque la Argentina no es sólo el discurso individualista y mediocre del poder de turno. Hay una inteligencia colectiva silenciosa, profunda y brillante. Estamos a tiempo de dejar de quejarnos y actuar.

En estos días se habla en todo el mundo del Papa más importante de la historia. Y también de El Eternauta. Su autor fue secuestrado y desaparecido. Sus cuatro hijas, secuestradas, torturadas y asesinadas. Dos nietos aún no han sido encontrados.

Esto también es memoria, verdad y justicia.

Mucho para pensar: el bombardeo del 55. La historieta, publicada en 1957. La dictadura como nieve radioactiva. Malvinas. Los traumas colectivos. Y la locura actual.

“Lo viejo sirve.”
“Nadie se salva solo.”
“El héroe es colectivo.”

Ojalá estas imágenes y estas palabras queden grabadas en la memoria común.


Patricia Gorocito
Docente – UBA Psicología

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Liderazgos. Por Patricia Gorocito https://juanbotana.com/liderazgos-por-patricia-gorocito/ https://juanbotana.com/liderazgos-por-patricia-gorocito/#respond Sat, 26 Apr 2025 11:44:19 +0000 https://cartaabierta.com.ar/?p=18257 El Papa Francisco conmueve por su liderazgo profundamente humanista, en un tiempo en que proliferan líderes neofascistas que exhiben su crueldad sin pudor. Su humildad, fortaleza y sabiduría nos seguirán sorprendiendo. El Papa del fin del mundo. Tal vez, el último hombre bueno. Hoy, casi todos los famosos y poderosos

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El Papa Francisco conmueve por su liderazgo profundamente humanista, en un tiempo en que proliferan líderes neofascistas que exhiben su crueldad sin pudor.

Su humildad, fortaleza y sabiduría nos seguirán sorprendiendo.

El Papa del fin del mundo. Tal vez, el último hombre bueno.

Hoy, casi todos los famosos y poderosos parecen mafiosos, racistas o violentos. Pero no actúan solos: los respaldan los grandes medios de comunicación hegemónicos, que les dan voz, pantalla y legitimidad.

Muchos de ellos estarán en su funeral, no para honrarlo, sino para celebrar su ausencia.

Mientras tanto, miles lloran su muerte de verdad. Porque como dicen por ahí, tal vez se fue el último hombre bueno.

Francisco se enfrentó a la extrema derecha tanto dentro como fuera de la Iglesia.

Adentro, recortó el poder del Opus Dei, donde algunos sacerdotes llegaron a rezar por su muerte.

Afuera, muchos de sus propios compatriotas —que hoy viajan a Roma con gesto compungido— lo insultaron y humillaron públicamente. Entre ellos, el presidente Milei.

Reivindicó a los curas que optaron por los pobres. A los de la Teología de la Liberación, ese movimiento religioso y social revolucionario surgido en América Latina en los años 60 y 70.

Soñó con una Iglesia pobre para los pobres. Defendió los derechos humanos de todos y todas: tierra, techo y trabajo.

Fue el Papa que habló del cuidado de la casa común. Nos pensó como hermanas y hermanos de la Tierra, no como sus dueños.

Sucesor espiritual de Francisco de Asís, su mirada del mundo se parece a la de los pueblos originarios.

Escribió numerosos documentos en defensa del planeta. Laudato Si’ debería leerse en las escuelas. No es un texto religioso: es un tratado de ecología.

Respetuoso de las diversidades: sexuales, culturales, etarias.

Solidario con migrantes, refugiados, pueblos originarios.

Fue un Papa Antiglobalización. En otros de sus tantos documentos escribe: “Cuando el modelo económico se basa únicamente en lo material, beneficia a unos pocos o daña el medioambiente, emerge un clamor —de los pobres y de la Tierra— que exige otro rumbo. Es imperioso transferir la industria energética hacia fuentes renovables para cuidar a nuestra madre Tierra.”

Valiente. Les dijo a los poderosos lo que ningún político se animó a decir.

Humilde, sí. Pero también un gran estratega.

Muchos jóvenes lo siguen, aunque los medios prefieran amplificar a los bufones libertarios.

Ojalá su luz encienda la mente —y sobre todo el corazón— de quienes hoy ocupan lugares de poder y piensan más en su propio reflejo que en el bien común.
Francisco, que descanses en paz.

Sos el héroe favorito de tus feligreses más frágiles.

Patricia Gorocito
Docente – UBA Psicología

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Lo que me dejó “The White Lotus”. Por Patricia Gorocito https://juanbotana.com/lo-que-me-dejo-the-white-lotus-por-patricia-gorocito/ https://juanbotana.com/lo-que-me-dejo-the-white-lotus-por-patricia-gorocito/#respond Sun, 20 Apr 2025 10:26:34 +0000 https://cartaabierta.com.ar/?p=18208 Con tres temporadas hasta la fecha, The White Lotus me parece una de las metáforas más bellas —y aterradoras— del triunfo del capitalismo y la muerte de la libertad y la alegría humanas. La serie creada por el talentoso Mike White nos invita a acompañar a distintos millonarios que vacacionan

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Con tres temporadas hasta la fecha, The White Lotus me parece una de las metáforas más bellas —y aterradoras— del triunfo del capitalismo y la muerte de la libertad y la alegría humanas.

La serie creada por el talentoso Mike White nos invita a acompañar a distintos millonarios que vacacionan en hoteles de la ficticia cadena White Lotus. La primera temporada transcurre en Hawái, la segunda en Italia, y la tercera en Tailandia.

Durante ese tiempo de ocio, los personajes eligen este hotel para “descansar”. Desde la primera escena se evidencia el contraste entre los empleados serviciales y los huéspedes, que pronto se revelan como profundamente miserables. Primero de forma sutil, luego de manera brutal, dejan al descubierto sus vacíos.

Vacíos que no son individuales, sino estructurales: son los del sistema que les promete una “felicidad” que solo los conduce a la desdicha y, en ocasiones, a la muerte. El guion, la dirección y las actuaciones son brillantes. Cada escena, cada línea de diálogo, me hizo pensar. Me divertí con una comedia de humor negro exquisita, pero también me llevó a recordar lecturas que hice hace un tiempo.

Entre ellas, “El capitalismo como religión” de Walter Benjamin (1921), un texto que recién se conoció en 1985, y Profanaciones (2005) de Giorgio Agamben. Este último sostiene que quizás la mejor crítica al capitalismo contemporáneo sea jugar con sus reglas, burlarse de ellas.

Puede que liberarnos por completo de su prisión sea difícil, pero sí es posible no tomarla tan en serio. Podemos profanar la religión del capitalismo. Porque eso es, justamente, lo que vivimos hoy: una religión sin dioses, sin mitos, sin redención. Un sistema donde el Capital es un dios perverso que controla nuestras vidas a través del consumo. Sus templos son Wall Street, las marcas de lujo, los shoppings. Sus rituales: las compras. Sus plegarias: la deuda y el sacrificio. Su fetiche: la mercancía. Todo puede convertirse en mercancía —incluso nuestros cuerpos, nuestro lenguaje, nuestras vidas.

En The White Lotus los personajes “exitosos” tienen todo el dinero para hacer lo que quieren, pero son profundamente infelices. Están dispuestos a matar por dinero o por prestigio, y también a destruirse a sí mismos si no logran sus objetivos. Asfixiados por sus mediocres ambiciones y excesos, ya están fracasados mucho antes de alcanzar sus metas.

Porque cuando todo es posible, muere el deseo. Y con él, la vida misma.

Son obedientes a las metas e ideales de la época, sin llegar a reconocerse como sujetos singulares. Viven para mostrarse, mirando siempre a los otros. Cada personaje encarna el malestar de nuestro tiempo y la función que muchas veces tiene la mercancía: tapar el síntoma y evitar la angustia. En este mundo, todos se vuelven mercancías, unos de otros.

Lo que sostiene este capitalismo siniestro es la ambición desmedida y la deuda. El sistema mismo promueve el endeudamiento para consumir cosas que no necesitamos. Aquí aparece también el concepto de “biopolítica”, introducido por Michel Foucault: un control sobre los cuerpos, no ya a través de la disciplina o el panóptico, como en los años 70, sino mediante una vigilancia difusa, constante, desde la seducción del consumo. Siempre mirados. Siempre mirando.

Las diversiones son patéticas. Las familias, vitrinas del Bien. Pero entre sus miembros no hay diálogo ni empatía. Hay relaciones casi incestuosas, parejas que no se sabe por qué comparten la cama. Y muchas sustancias para suprimir la falta. Como si se tratara de un onanismo universal: cada uno con su juguetito, aislado, anestesiado.

Todo esto, Mike White lo muestra con ironía y sarcasmo. Solo así podemos soportarlo.

La serie ilustra perfectamente lo que Agamben plantea en Elogio de la profanación: lo sagrado es aquello que ha sido sustraído del libre uso. Y el capitalismo se erige como una religión absoluta, sin mitos pero con fetiches. Rituales vacíos, celebraciones huecas. El consumo es su mayor pilar, su acto de fe.

Hoy la separación ya no es entre lo sagrado y lo profano, entre dioses y mortales, sino entre quienes consumen y quienes no.

Lic. Patricia Gorocito
Docente UBA – Psicología

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¿Educar, gobernar, curar es imposible?. Por Patricia Gorocito https://juanbotana.com/educar-gobernar-curar-es-imposible/ https://juanbotana.com/educar-gobernar-curar-es-imposible/#respond Mon, 31 Mar 2025 12:06:20 +0000 https://cartaabierta.com.ar/?p=18042 Sigmund Freud afirmaba que educar, gobernar y curar son oficios imposibles. En una época en la que el Otro no existe y el Nombre del Padre ha caído, su afirmación cobra aún más sentido. Mucho se ha escrito y dicho sobre esta realidad distópica. Las series de las distintas plataformas

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Sigmund Freud afirmaba que educar, gobernar y curar son oficios imposibles. En una época en la que el Otro no existe y el Nombre del Padre ha caído, su afirmación cobra aún más sentido.

Mucho se ha escrito y dicho sobre esta realidad distópica. Las series de las distintas plataformas de streaming y numerosos expertos en los medios de comunicación intentan abordarla desde diversas perspectivas. Como psicoanalistas, sin embargo, nuestra tarea es otra: escuchar los síntomas de la época y estar a la altura del horizonte de subjetividad que nos toca transitar.

En lo que respecta a la adolescencia, comprendemos que es una etapa marcada por la fragilidad de las identificaciones, en la que la mirada del otro cobra una consistencia determinante. Es imprescindible, entonces, que más allá de las opiniones y quejas que circulan, reflexionemos sobre nuestra responsabilidad como adultos. Como padres, también experimentamos cierta orfandad en un contexto donde la posverdad—esa combinación de manipulación mediática y mentira—y la crisis de los ideales y las instituciones hacen que sostener la autoridad se vuelva cada vez más difícil.

Las razones de esta crisis son múltiples y no pueden reducirse únicamente al impacto de las pantallas. Las nuevas tecnologías pueden ser herramientas al servicio de las personas, pero cuando esto no ocurre, debemos preguntarnos qué nos está pasando a nosotros como adultos, a los niños y a los adolescentes.

Si, como señala Bauman, las instituciones de la posmodernidad—la familia, el matrimonio, la escuela, el Estado, la justicia—son “líquidas”, es comprensible que la autoridad para educar y gobernar se vea debilitada. Sin embargo, no podemos resignarnos. Hoy más que nunca, debemos sostener los lazos sociales, no como un mandato externo, sino como una necesidad profundamente humana.

Dos libros resuenan en mí en este contexto. Uno es El primer año de vida, de René A. Spitz, que relata cómo, durante la Segunda Guerra Mundial, los bebés de los orfanatos recibían todas sus necesidades básicas, pero al carecer de una mirada singular que los reconociera—debido a la rotación constante de sus cuidadoras—terminaban enfermando, e incluso muriendo. La mirada del Otro primordial era lo que los sostenía.

El otro es Hablo a las paredes, de Jacques Lacan, donde se lee:

“Lo que distingue al discurso capitalista es la Verwerfung, el rechazo hacia afuera de todos los campos de lo simbólico. El rechazo de la castración. Todo orden, todo discurso que se emparente con el capitalismo deja de lado lo que llamaremos simplemente las cosas del amor. Ya ven, no es poca cosa.”

Es una afirmación gravísima, y en ella encontramos una clave para leer los síntomas actuales. Hoy se teme más al amor que al odio. La cultura vigente forcluye el amor y la responsabilidad subjetiva, aquella que nos hace responsables de nuestro propio deseo. En su lugar, muchos optan por identificarse con un amo perverso que promueve el odio y la obediencia ciega.

El sistema actual nos dice que todo es posible con suficiente voluntad y sigue sosteniendo la idea de que la felicidad se alcanza a través del tener. El ser, en cambio, parece haber quedado relegado a otra época.

Por más que existan voces inteligentes que plantean discursos alternativos, el Discurso del Amo sigue dominando nuestra manera de estar en el mundo, impulsando no solo el odio, sino también el exceso. Así, las patologías contemporáneas se manifiestan en adicciones de todo tipo: a sustancias legales e ilegales, al juego, al consumo, al sexo, a la comida. Cualquier actividad placentera, cuando responde al imperativo del goce y no al deseo, termina siendo dolorosa.

Freud ya lo advertía en Más allá del principio del placer (1920), y Lacan lo reafirmó: la pulsión es de muerte. Lo único que frena ese goce mortífero es el deseo. Pero si no aceptamos que somos sujetos en falta, lo que emerge no es el deseo, sino el exceso, y nos volvemos incapaces de desear. Para el psicoanálisis, el deseo es inconsciente; lo demás es anhelo o voluntad.

Cuando la tecnociencia que rige nuestra cultura nos dice que todo es posible, nos enferma con una felicidad inalcanzable y nos arrastra a una maquinaria siniestra. No hacen falta inteligencias artificiales o robots para percibirlo: basta con escuchar a ciertos líderes para notar que hace tiempo han perdido su humanidad, esa sensibilidad ante el sufrimiento ajeno y la preocupación por la destrucción de la naturaleza.

Si nos guiamos únicamente por nuestros anhelos conscientes, podemos olvidar lo esencial. El saber es inconsciente; el conocimiento, en cambio, es otra cosa: se asocia con el yo, con las identificaciones, los mandatos y los deseos superficiales.

Recuperar la humanidad a través del lazo social y la responsabilidad subjetiva es una tarea ineludible. Hoy, más que nunca, debemos repensar nuestra posición en el mundo y asumir el desafío que implica estar verdaderamente presentes en los vínculos que construimos.

Lic. Patricia Gorocito
Docente UBA – PSI

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Las responsabilidades. Por Patricia Gorocito https://juanbotana.com/las-responsabilidades-por-patricia-gorocito/ https://juanbotana.com/las-responsabilidades-por-patricia-gorocito/#respond Sun, 09 Feb 2025 23:53:41 +0000 https://cartaabierta.com.ar/?p=17480 A veces uno se cansa de hablar sobre la locura de los otros. Estoy leyendo Sujeto responsable, un libro compilado por Emilio Vaschetto, Jorge Faraoni y Bruno Masino, y encuentro en él muchas ideas interesantes. Es el resumen de un seminario que los autores llevan a cabo los jueves, desde

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A veces uno se cansa de hablar sobre la locura de los otros.

Estoy leyendo Sujeto responsable, un libro compilado por Emilio Vaschetto, Jorge Faraoni y Bruno Masino, y encuentro en él muchas ideas interesantes. Es el resumen de un seminario que los autores llevan a cabo los jueves, desde hace años, en la Escuela de Orientación Lacaniana de Buenos Aires. Además de sus reflexiones, el libro incluye la voz de los participantes e invitados.

Algunas ideas sobre la responsabilidad subjetiva y jurídica me parecen particularmente relevantes para la época que atravesamos. Vivimos un momento histórico peligroso y tomar conciencia de ello es fundamental.

La palabra responsabilidad proviene del latín respondere, que significa “dar una respuesta”. Hoy estamos interpelados por quienes desprecian a los pueblos, a la naturaleza y a la paz. Frente a eso, debemos responder. Existen distintos tipos de responsabilidad. En este escenario siniestro hay tiranos, opositores y ciudadanos comunes que viven en el desamparo. Pero no todos tienen el mismo grado de responsabilidad: no es igual la de un funcionario público, la de un dirigente político, la de un medio de comunicación —hegemónico o no—, o la de un vecino.

Aquí viene a cuento la figura del alma bella en la autoconciencia hegeliana: aquel que se siente víctima de la situación y solo alcanza a exclamar: “¡Qué barbaridad! ¡Qué horror!”, como si no formara parte del mismo mundo. Pero la verdad es que debemos hacernos preguntas. ¿Nuestros planes para mejorar la vida de la gente fracasaron? ¿Hemos hecho una autocrítica real de nuestras estrategias? Tal vez debamos cambiar la forma de comunicar, de militar, y reconocer que la gente escucha, pero de otra manera.

Lacan decía que quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época, mejor que renuncie. Lo decía para los psicoanalistas, pero aplica también a los políticos.

El célebre psicoanalista hablaba de tres grandes pasiones: el odio, el amor y la ignorancia. Hoy, la ignorancia ocupa el segundo lugar, justo después del odio.

Y estamos en serios problemas.

La ignorancia, en este contexto, no es solo falta de conocimiento, sino la negativa a querer saber lo que ocurre. En lo individual, se trata de no querer conocer la causa del deseo inconsciente, el goce singular de cada uno. Sin cierta amistad con el propio inconsciente, solo queda el síntoma. Y el síntoma es una verdad, aunque no todas deban analizarse.Llevado al plano social, el no querer saber puede conducirnos al desastre. Vivimos tragedias de todo tipo y no reaccionamos. Los medios de comunicación, salvo excepciones, han convertido todo en espectáculo. De un lado y del otro, se la pasan haciendo chistes triviales.

Ante esto, lo que podemos hacer es formularnos preguntas. Preguntarnos qué es la cobardía moral. Porque para decir lo que debe decirse, hace falta coraje. Coraje moral y ciertas virtudes que han pasado de moda, pero que es urgente recuperar. No se me ocurre mucho más que recomendar el libro y animar a hacerse buenas preguntas. Y, sobre todo, a tener el valor de actuar y denunciar las injusticias desde el lugar que sea. Resistir e insistir. Para eso no hace falta ser un gran académico. Basta con no perder la sensibilidad.

A veces uno se cansa de hablar sobre la locura de los otros.

Lic Patricia Gorocito – Docente UBA – PSI

Libro “Sujeto Responsable

Compiladores: Emilio Vaschetto, Jorge Faraoni y Bruno Masino
Editorial Xoroi X Edicions

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Violencia institucional I. Por Patricia Gorocito https://juanbotana.com/violencia-institucional-por-patricia-gorocito/ https://juanbotana.com/violencia-institucional-por-patricia-gorocito/#respond Mon, 27 Jan 2025 01:44:36 +0000 https://cartaabierta.com.ar/?p=17356 Cuando el presidente de un país habilita la violencia desde su posición de poder y responsabilidad pública, la democracia de ese país se encuentra en peligro. Hace años cursé Criminología con el Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni en la Facultad de Psicología de la UBA. Siempre me impactaron sus clases teóricas,

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Cuando el presidente de un país habilita la violencia desde su posición de poder y responsabilidad pública, la democracia de ese país se encuentra en peligro.

Hace años cursé Criminología con el Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni en la Facultad de Psicología de la UBA. Siempre me impactaron sus clases teóricas, pero una en particular permanece entre mis apuntes y mi memoria. Se titulaba: “El discurso racista: eficacia de su estructura”. En esa clase, Zaffaroni explicaba los diferentes tipos de discursos racistas que han existido desde el siglo XVII en la criminología y cómo estos se han estructurado y adaptado a través del tiempo.

Hoy veo esa misma estructura discursiva, ejercida desde el poder, aplicada no solo a los delincuentes, sino a todos los ciudadanos que vivimos en democracia. Esta forma de pensamiento es lo que considero neofascismo, un fenómeno peligroso que debemos reconocer y enfrentar.

El discurso de odio hacia las minorías –entendidas no en términos cuantitativos, sino cualitativos– se manifiesta de forma directa. Un presidente que odia a su propio país es, en esencia, un racista. Su ideología jerarquiza a los fuertes mientras abandona a los más frágiles. No se detiene allí: también desprecia a quienes piensan diferente, los amenaza, e insulta a las diversidades sexuales y a los movimientos feministas.

Un líder en estas condiciones, fuera de sus cabales, conduce a la destrucción de todos. Nos encontramos en un retroceso histórico alarmante, en el que los derechos fundamentales se convierten en privilegios para quienes pueden costear la salud, la educación, la vivienda y, en última instancia, la vida misma. Mientras tanto, muchas personas deben abandonar tratamientos médicos por falta de recursos, lo que genera no solo muertes físicas y enfermedades, sino también un profundo dolor en quienes aún conservamos sensibilidad y pensamiento crítico.

Quienes ejercen cargos públicos deben renunciar a cualquier goce sádico vinculado a su poder. Pero no basta con quejarse o repudiar. Es momento de asumir nuestra responsabilidad frente a esta pasividad colectiva que nos paraliza. Debemos pensar en formas pacíficas de defensa y acción.

Reflexionando sobre esto, recordé el artículo de Freud “Lo siniestro” (Das Unheimliche, 1919). En él, Freud describe lo siniestro como una experiencia donde lo familiar se torna extraño y amenazante, generando un efecto perturbador. Es un oxímoron: una figura retórica en la que se condensan términos opuestos, como “silencio atronador”.

Lamentablemente, aquí no hablamos de poesía. Nos referimos a una institución perversa: un presidente que, en lugar de garantizar derechos, los destruye. Este siniestro acto de quien debe cuidar y proteger, pero en su lugar abandona, odia y amenaza, tiene efectos devastadores en la salud mental de la población. Este discurso perverso y racista no solo inmoviliza, sino que enferma.

Entonces, ¿cómo salimos de esta parálisis? La respuesta está en el movimiento desde abajo: agrupaciones barriales, colectivos de minorías, movimientos de mujeres y cualquier organización que fomente la solidaridad y el cuidado mutuo.

Ayer, por ejemplo, se realizó una Asamblea Antifascista LGBTQ+ en Parque Lezama, donde se enfatizó la importancia de ocupar las plazas y espacios públicos en todo el país. Cada uno de nosotros, desde nuestras propias experiencias de maltrato y exclusión, debe movilizarse. La única forma de avanzar es a través de la acción conjunta, sin detenernos.

Cuando la tristeza nos envuelve, caemos en la depresión y el aislamiento. Para evitar esto, debemos mantenernos en las calles. Como se dijo en la Asamblea: “… la vida está en juego”. La próxima convocatoria será el 1° de febrero, y debe ser multitudinaria.

Lic. Patricia Gorocito
Docente de la Facultad de Psicología, UBA

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Las sustancias. Por Patricia Gorocito https://juanbotana.com/las-sustancias-por-patricia-gorocito/ https://juanbotana.com/las-sustancias-por-patricia-gorocito/#respond Mon, 23 Dec 2024 09:06:58 +0000 https://cartaabierta.com.ar/?p=17048 Cuando la ciencia forcluye al sujeto, los psicoanalistas estamos ahí. Y si los cuerpos hablan como acontecimientos, es porque el sujeto ha quedado sin palabras. Permitir que emerja la angustia y tramitarla por la vía simbólica es el camino más recomendable. El cuerpo, como gran acontecimiento, tiene un registro propio

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Cuando la ciencia forcluye al sujeto, los psicoanalistas estamos ahí. Y si los cuerpos hablan como acontecimientos, es porque el sujeto ha quedado sin palabras.

Permitir que emerja la angustia y tramitarla por la vía simbólica es el camino más recomendable. El cuerpo, como gran acontecimiento, tiene un registro propio y guarda un saber secreto sobre nuestras emociones. Lo escuchamos los psicoanalistas todos los días en nuestros consultorios.

Vivimos en una época donde ni el registro de lo simbólico ni el lazo social amoroso predominan. En cambio, asistimos a fenómenos como el acting out y el pasaje al acto. Para decirlo de forma sencilla, hoy prevalece el registro de lo real, y la violencia se ejerce sobre el cuerpo propio o el de otros. A veces como un llamado de atención; otras, como una manera de hacerse notar, movidos por la pulsión escópica centrada en la mirada, pero siempre sin palabras.

Esto se refleja en prácticas actuales como el exceso de cirugías estéticas, tatuajes y otras intervenciones de moda: marcas en el cuerpo. En los últimos tiempos, estas intervenciones se han centrado especialmente en el rostro, lo que merecería un análisis aparte.

En la clínica es común encontrar consultas relacionadas con autoagresiones, especialmente entre adolescentes. Algunos relatan: “… No sabía qué hacer, así que me puse a cortarme en los brazos hasta que mi mamá se dio cuenta”. “… Estábamos con los pibes, tomamos tanto que fulano se desmayó… Terminamos en la Guardia”. Ejemplos de este tipo abundan en nuestra época de excesos.

La película La sustancia, de la directora Coralie Fargeat, protagonizada por Demi Moore y Margaret Qualley, explora cómo el destino de la pulsión puede ser la muerte. En este filme se evidencia el daño que el patriarcado y el neoliberalismo han infligido, no solo en las mujeres, sino también en los varones, quienes aparecen representados de manera siniestra.

En esta era de medición y control absoluto, la ciencia intenta avanzar sobre los cuerpos, pero siempre habrá algo que escapará a la cuantificación. Y quizá, aquello que queda por fuera sea nuestra salvación.

Pareciera que no podemos decidir fuera de un sistema que constantemente nos dicta cuáles deben ser nuestras respuestas. Sin darnos cuenta, somos hablados por el Otro. La protagonista de La sustancia llega a los 50 años y no soporta lo que el sistema le exige: retirarse de su trabajo y ser reemplazada por una mujer joven. Ante este golpe, planea su autodestrucción, incapaz de pensarse desde un lugar propio. La protagonista interioriza el odio que el sistema dirige hacia las personas mayores, especialmente hacia las mujeres, una forma de desprecio alimentada por el patriarcado. La sustancia no solo expone el sufrimiento que las mujeres hemos soportado bajo el patriarcado de los siglos XX y XXI, sino también la locura de la ciencia y sus consecuencias.

El discurso de nuestra época está comandado por el paradigma de la tecnociencia y el neoliberalismo, y es fascinante cómo una sola escena de esta película puede condensar tanto: el narcisismo, la soledad, y el imperio de la mirada como única fuente de saber sobre los cuerpos.

La protagonista, dividida entre los años y la juventud, refleja claramente al sujeto dividido del que habla Lacan. El sacrificio pulsional y la autodestrucción parecen ser su destino.

La sustancia, como película de terror, está magistralmente realizada. Rinde homenaje a grandes obras del género del siglo XX, como Carrie (Brian de Palma), Psicosis (Alfred Hitchcock), La naranja mecánica y 2001: Odisea del espacio (Stanley Kubrick), El hombre elefante (David Lynch), La mosca (David Cronenberg), entre otras.

El género de terror, con sus narrativas extremas, sugiere que, de seguir así, podría convertirse en una representación de lo real del poscapitalismo.

Sin embargo, soy optimista. Creo que la salvación viene de aquello que queda fuera del discurso de la tecnociencia. El psicoanálisis, entre otras herramientas, puede ayudarnos a encontrar respuestas menos alienadas. También el arte y el amor, en su singularidad y unicidad, son formas sublimes de salvación.

Patricia Gorocito
Docente

UBA PSI

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Surménage del erotismo. Por Patricia Gorocito https://juanbotana.com/surmenage-del-erotismo-por-patricia-gorocito/ https://juanbotana.com/surmenage-del-erotismo-por-patricia-gorocito/#respond Mon, 16 Dec 2024 00:25:50 +0000 https://cartaabierta.com.ar/?p=16927 Nuestra época está profundamente marcada por un individualismo exacerbado que, lejos de fortalecernos como sociedad, se convierte en el caldo de cultivo de ideologías que amenazan nuestra convivencia. El capitalismo contemporáneo, en sus formas denominadas neoliberalismo, capitalismo tardío o financiero, junto al vertiginoso avance de las tecnologías digitales y los

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Nuestra época está profundamente marcada por un individualismo exacerbado que, lejos de fortalecernos como sociedad, se convierte en el caldo de cultivo de ideologías que amenazan nuestra convivencia. El capitalismo contemporáneo, en sus formas denominadas neoliberalismo, capitalismo tardío o financiero, junto al vertiginoso avance de las tecnologías digitales y los desarrollos en reproducción asistida, ha transformado la subjetividad humana.

Algunos filósofos afirman que cada época tiene su propio “aliento vital”, un espíritu que define las formas de pensar y vivir de su tiempo. En la antigüedad, ese aliento era el asombro, y los filósofos relataban el sentido del mundo. Durante el Medioevo, la iglesia asumió ese rol, marcando la narrativa de la vida. Luego, la Modernidad desplazó este eje hacia la razón, simbolizada en la célebre frase de Descartes: “Pienso, luego existo”, donde la racionalidad se convirtió en el núcleo del ser humano. Sin embargo, con la llegada del psicoanálisis, Freud y Lacan nos invitaron a explorar un territorio mucho más complejo: “Soy donde no pienso, y pienso donde no soy”. Este cambio paradigmático reveló que los sujetos no son simplemente seres racionales, sino también atravesados por contradicciones, deseos y fragilidades.

Hoy, en el siglo XXI, asistimos a una nueva configuración de esa fragilidad. El narcisismo, que alguna vez fue una fuerza que sostenía al individuo, ha regresado profundamente herido. Las crisis globales, las tensiones económicas y la sensación de un mundo frágil han generado un miedo colectivo que impulsa a muchas personas a refugiarse en sistemas autoritarios. Estas nuevas formas de fascismo se sostienen en un discurso de crueldad y exclusión, donde la inseguridad se traduce en la desconfianza hacia el otro y el individualismo extremo se convierte en norma.

Este “aliento vital” de crueldad recuerda al darwinismo social de siglos pasados, una ideología que justificaba la supremacía de los más fuertes en el capitalismo salvaje. En su momento, Herbert Spencer y otros pensadores promovieron la idea de que sólo los más aptos merecen prosperar. Hoy, esta lógica se reconfigura en un sistema que glorifica a las élites económicas y deshumaniza a los sectores más vulnerables: los pobres, los adultos mayores, las personas con discapacidades y las masas trabajadoras. Los discursos de poder y los medios hegemónicos refuerzan esta narrativa, estableciendo jerarquías implícitas que rinden pleitesía a los más ricos mientras descartan a quienes consideran prescindibles.

En este marco, emerge un fenómeno menos discutido, pero igualmente revelador: la desexualización del mundo. En su libro La pérdida del deseo (2022), Luigi Zoja analiza cómo la caída del erotismo, especialmente entre las generaciones más jóvenes, refleja una pérdida más amplia: la del “encantamiento” del mundo. Según Zoja, esta pérdida no implica una ausencia de racionalidad, sino la desaparición de un sentido profundo y mágico que daba significado a la experiencia humana.

La desexualización no se limita a la desaparición del erotismo en sí, sino que implica también la erosión de elementos fundamentales como el deseo, lo prohibido y los obstáculos culturales que, según Freud, permitían integrar las corrientes sensual y tierna del ser humano. En la actualidad, la estandarización del deseo, dictada por los mandatos del mercado, desconecta a las personas de su propia intimidad. Al intentar ajustarse a ideales prefabricados, los sujetos se sienten perdidos, desganados y, muchas veces, incapaces de experimentar el esplendor de Eros, que antaño era venerado como un dios.

Estas transformaciones tienen un impacto directo en la subjetividad y la salud mental. Desde los consultorios, observamos cómo el aislamiento, la depresión y las exigencias desmedidas de esta época deshumanizada se manifiestan en los síntomas de nuestros pacientes. La desconexión con el deseo, tanto en el ámbito erótico como en la vida en general, refleja una pérdida de conexión con lo que realmente da sentido a nuestra existencia.

Sin embargo, esta misma reflexión abre la posibilidad de replantearnos nuestra forma de habitar el mundo. Recuperar el erotismo, entendido no sólo como deseo sexual, sino como una fuerza vital que conecta lo íntimo con lo colectivo y lo físico con lo emocional, podría ser una respuesta al vacío que nos impone este sistema deshumanizado. Reconectar con el deseo implica también resistir los mandatos del mercado y revalorizar aquello que nos hace verdaderamente humanos.

Tal vez, el verdadero desafío de nuestro tiempo no sea sólo enfrentar la crueldad o la exclusión, sino recuperar el “encantamiento” perdido que, lejos de ser irracional, nos reconecta con lo más profundo y esencial de nuestra humanidad.

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Las formas del mal. Por Patricia Gorocito https://juanbotana.com/las-formas-del-mal-por-patricia-gorocito/ https://juanbotana.com/las-formas-del-mal-por-patricia-gorocito/#respond Wed, 27 Nov 2024 20:35:55 +0000 https://cartaabierta.com.ar/?p=16779 A lo largo del año hemos estudiado profundamente las manifestaciones del mal en la época actual. Me resulta interesante explorar la hipótesis de que un líder perverso actualiza, en muchos casos, aspectos igualmente perversos en sujetos neuróticos, perversos o psicóticos. Estos se identifican con un rasgo particular del líder, lo

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A lo largo del año hemos estudiado profundamente las manifestaciones del mal en la época actual. Me resulta interesante explorar la hipótesis de que un líder perverso actualiza, en muchos casos, aspectos igualmente perversos en sujetos neuróticos, perversos o psicóticos. Estos se identifican con un rasgo particular del líder, lo que los lleva a una fascinación o fanatismo que activa su goce perverso. Este goce, aunque singular, es convocado por ese Otro de la época, que, como sabemos, sí existe.

Muchos seguidores de un líder perverso actúan impulsados por este goce hacia lo peor, sin mediación alguna. Las formas de la violencia en nuestros días pueden ser, a menudo, sutiles y cobardes. La campaña política del actual presidente, por ejemplo, se desarrolló casi exclusivamente a través de redes sociales, empleando estrategias similares a las de Goebbels, pero adaptadas a las nuevas tecnologías digitales.

En este escenario, millones de personas exhiben su manera de gozar sin límites ni vergüenza, amparados en identidades falsas. No hay pudor. Este fenómeno puede ser analizado desde distintas perspectivas: psicoanálisis, sociología, política, entre otras. Sin embargo, nuestro interés radica en el psicoanálisis. Aunque podríamos adentrarnos en reflexiones sobre neoliberalismo, extrema derecha o discursos políticos, nuestro enfoque parte de cómo el discurso social, aunque no sea nuestro objeto directo de estudio, atraviesa y configura la subjetividad de nuestra época.

Las nuevas tecnologías digitales, en este sentido, actúan como mediaciones instrumentales que pueden ser utilizadas tanto para el bien como para el mal, dependiendo siempre del poder imperante: el Discurso Amo de la actualidad. Es desde este discurso que se decide cómo emplearlas.

Esto plantea interrogantes fundamentales. Por un lado, hablamos de la caída del Nombre del Padre; por otro, en el ámbito de los discursos, o del lazo social, pareciera que estamos frente a un Amo Perverso. Este Amo no solo encuentra goce en el sufrimiento de los demás, sino que despierta lo peor en muchos sujetos —neuróticos, perversos o psicóticos—, particularmente en aquellos donde hubo una falla en la intervención del Nombre del Padre en la constitución de su estructura subjetiva.

Mi hipótesis es que, con la caída del Nombre del Padre, el sujeto queda más expuesto al goce del Otro. A pesar de ello, el análisis debe hacerse caso por caso, uno por uno. No obstante, resulta fundamental seguir explorando casos clínicos donde estas dinámicas se presenten, especialmente cuando el fenómeno alcanza dimensiones multitudinarias, como ocurrió con el nazismo o en otras manifestaciones contemporáneas de extrema derecha.

Este es un camino que invita a seguir pensando.

Resumen de la investigación en curso de Patricia Gorocito en el Departamento de Estudios Lacanianos de EOL.

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Biopolítica del poder. Por Patricia Gorocito https://juanbotana.com/biopolitica-del-poder-por-patricia-gorocito/ https://juanbotana.com/biopolitica-del-poder-por-patricia-gorocito/#respond Sat, 12 Oct 2024 13:51:33 +0000 https://cartaabierta.com.ar/?p=16205 El término biopolítica es utilizado por Foucault para referirse al uso de los diversos recursos que otorga el poder para dominar a las personas. El poder decide sobre la vida y la muerte de los ciudadanos. Actualmente, ese poder ha excedido su dominio: no solo busca controlar a las personas,

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El término biopolítica es utilizado por Foucault para referirse al uso de los diversos recursos que otorga el poder para dominar a las personas. El poder decide sobre la vida y la muerte de los ciudadanos. Actualmente, ese poder ha excedido su dominio: no solo busca controlar a las personas, sino que también las destruye. Además, disfruta de esa destrucción. Este exceso es lo que llamamos crueldad. Un gobierno es perverso cuando encuentra placer en la destrucción de los más frágiles. Lo curioso es que, frente a los poderosos, se arrodilla y se denigra.

Tenemos múltiples ejemplos para ilustrar el caso de un presidente latinoamericano que se toma fotos con un multimillonario de un país hegemónico, por ejemplo. En su rostro, se puede ver cómo disfruta, y en el del millonario, podemos imaginar que está pensando en todo lo que puede llevarse del país de este excéntrico presidente, quien tanto goza humillando y siendo humillado.

Los efectos de esta poderosa locura no tardan en manifestarse en la población de ese país. Muchas personas enferman, ya sea psicológica o físicamente. Aquellos que estructuralmente están mejor preparados enfrentan tanta injusticia como pueden. Este país, al igual que el resto del mundo, acaba de transitar una terrible pandemia y la Argentina un mediocre gobierno además.

Muchos votaron por el excéntrico presidente sin reflexionar, agotados por lo vivido y arrastrados por una fuerte campaña mediática de odio y racismo, bastante similar a la que impulsó Goebbels en la Alemania nazi. Lo cierto es que los consultorios están siendo atravesados por los problemas sociopolíticos del momento.

Aparecen importantes problemas de estrés, y a veces la angustia no se puede ocultar. Síntomas de violencia, autoagresiones, depresiones e intensos ataques de ansiedad, comúnmente llamados “ataques de pánico”, son frecuentes. Ni hablar de las adicciones, que ocupan el primer lugar. La adicción cumple la función de tapar la angustia que genera el dolor de un mensaje perverso o la dificultad para procesar un duelo (pérdida de un ser querido, separaciones, trabajos, ideales, proyectos, etc.).

Por un lado, enfrentamos la perversidad del poder, y por el otro, el individualismo de nuestra época. “Mejor que renuncie quien no puede unir a su horizonte la subjetividad de su época”, dijo Jacques Lacan. Me pregunto si los psicoanalistas y psicólogos de la Argentina estamos a la altura de esta época. Mirar para otro lado mientras tantas personas sufren también es una forma de la crueldad.

Lic. Patricia Gorocito
Docente UBA PSI

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